El pelón empezó a
ascender por el tronco. Arriba estaba
la rama frondosa donde subía
de noche bajo la luna
clara para mirar los jardines cercanos, el agua
de la pila
con las estrellas en el fondo, y más adentro aún, más
adentro,
en el fondo del redondel de piedra, la sombra del naranjo
como un pedazo de la noche misma que hubiera caído en el agua…
Él cerró los ojos.
Acababa de ver el cielo azul,
más cerca que cuando estaba al pie del
tronco…
Le pareció lindo, como nunca… arriba en la copa del
naranjo,
está el gallo feo, el gallo pelón, el primero en todas
las
iniciativas, hasta en esta de inmolarse para salvar el gallinero…
No se supo qué
pensaron los polluelos de plumaje hermoso…
no se supo… pero ya no
los peinaron con tanto esmero.
Del
cuento El Gallo Pelón de Lucila Palacios

La
sala de lectura Gallo Pelón asume la iniciativa ante el silencio, la
apatía y la violencia simbólica, peligros inminentes para la
infancia, y restituye la capacidad de ensoñación al trastocar los
cuerpos con la poética de lo cotidiano y de lo sencillo. Hacemos lo
que nos da placer: cantamos, contamos, pintamos y jugamos sin ninguna
finalidad útil o práctica más que para ser felices y con ello
viene, como un regalo inesperado, un viaje hacia adentro que nos
permite regresar conscientes de lo que somos cuando estamos juntos y
de lo que podemos lograr aún estando en completa soledad.
En
este blog queremos mostrar algunas de las cosas que surgen de nuestro
trabajo con niñas y niños con los cuales nos reunimos en Casa de
Muñecas Las Nereidas, espacio gobernado por el espíritu infantil de
una abuela muñequera que vive entre más de cuatrocientas piezas
hechas de retazos de tela y amor. Queremos, entonces, mantener
latente lo que somos, reafirmarnos en la memoria que guardamos de los
que estuvieron antes y, como quienes están frente a un espejo, ver a
los otros en lo que hacemos y salvaguardar la historia que nos ayuda
a ver, a escuchar y a caminar.
Gallo valiente naranjero, que subiendo va primero, Gallo inventor y jugetón, con inmenso coraón.
ResponderEliminarAHO.
Bravo, Andrés. Gracias por leernos y comentarnos.
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